Wednesday, September 23, 2009

VERANO 2009 (5ª parte): vacaciones en familia, 20 de agosto

El plan básico de toda esa semana para mí era aprovechar para estar fuera de casa con Lucas. Por la mañana el peque se pega a la Wii con pegamento. Así que la forma de separarle de ella es comer muy pronto y pasar toda la tarde en la playa. Él con sus amiguetes y yo de charla con las madres de ellos, tomando el sol. Aparte de algunas miradas, desde lejos, al grupo de madres, y de notar que una de ellas me odia por tener el culo que tengo, poco espacio para más. Son momentos de aprovechar y ser madre al 100%, y de paso dejar a mi marido que se vaya a pescar con su padre y su hermano José Luis.

Días de paz. Supuestamente.

*La merienda

El jueves tardamos más en comer de lo normal, y llegamos tarde a la playa. No encontramos a sus amiguetes, así que estuvimos un rato jugando a las raquetas y otro rato en el agua. Es un niño que se porta muy bien, y como llevaba toda la semana sin dar un problema, le di un premio: la PSP de su hermana Tere, el objeto que más codicia. Le dejé jugar a la consola mientras yo leía al sol, hasta la hora de darle la merienda: bocadillo y fruta.

Me incorporé y saqué la merienda de la bolsa. El que tiene hijos sabe que, cuando están con los videojuegos, pueden perder totalmente de vista el mundo que les rodea. Así estaba Lucas, con la PSP y los auriculares puestos: podría haber una explosión y no se enteraría. Decidí transigir, en premio a su comportamiento durante todas las vacaciones, y me preparé para darle la merienda con paciencia, de rodillas sobre la toalla, cortándole a trocitos su bocadillo favorito: doble de Nocilla en pan de molde grande, que el iba comiendo sin apartar sus sentidos de la pantalla. Justo al empezar, vi dos sombras pasar justo detrás de mi espalda, desde la derecha, y escuché, claramente:

-¡Joder, qué culito!

Las mujeres sabemos perfectamente cuando una frase de ese tipo va dirigida a nosotras. Tenemos un radar para ello, y esa frase no hablaba de un “culito” cualquiera, sino de “mi culito”. Me puse tensa, porque mi hijo estaba al lado, aunque como los auriculares y yo sabía que no escuchaba nada. Con el rabillo del ojo seguí las sombras alejándose por mi izquierda, y, al tenerlos en mi campo de visión, vi que eran dos chicos muy jovencitos. Por la edad, podrían perfectamente ser alumnos míos. Venían de darse un baño, y noté que me miraban directamente, así que disimulé y seguí con la merienda de Lucas, fingiendo ignorarles.

Para mi sorpresa, se pararon a unos cinco metros, sin dejar de mirarme, y se sentaron en la arena. Mirando directamente hacia mí. Ahora me veían de frente, y a la distancia podía escucharles sin dificultad:

-¡Pues mira vaya tetas, joder, qué tetas más ricas!

Los chavales, sin pizca de vergüenza, se habían sentado delante de mí para ver el espectáculo. Yo, de rodillas en la toalla, con mi bikini blanco, las dos manos ocupadas en la merienda, les daba la visión ideal. Y encima, con comentarios. Hablaban bajo, pero no tanto para no oír cada cosa que decían. Estaba muy nerviosa. Pensaba en irme de allí, cuando empezó el debate:

-Debe ser la hermana mayor…

-(Susurros) ¡Qué dices, coño! Es la madre.

-¿Cómo va a ser la madre, tío? Es muy joven.

-Que sí, hazme caso. No ves que el niño se parece a ella.

-(Burla) Mira que listo. Si es su hermana también se parece a ella…

-¿Tu hermana de daba la merienda así? ¡Que no, coño! Es joven, pero es la madre.

-¡Joder! (susurros) Pues está buenísima, yo quiero una madre así.

-No seas cerdo. Es mejor que sea la madre de otro…

-¡Wow! Yo tengo una madre así y me mato a pajas…

Ellos pensaban que no les escuchaba. Quizás al ver los cables de los auriculares pensaban que los llevaba puestos. El caso es que, aunque hablaban bajo, yo les escuchaba. Y desde luego, me sentí halagada porque me vieran tan joven. Cuando eres madre, que te consideren una madre que “está buenísima” es el mejor piropo del mundo, con diferencia. Seguí fingiendo que no les escuchaba, dándole la merienda a mi concentradísimo hijo.

-¡Mira qué tetas tiene!

-Las debe tener durísimas…

-(Susurros) Mira, tío, se le marcan los pezones un huevo…

Noté que era cierto. Miré de reojo, mientras cortaba otro trozo de pan de molde con Nocilla para dárselo a Lucas, y vi que mis pezones estaban más duros que antes.

-¡Wow! Los tiene oscuritos…

-Claro, después de preñadas se les ponen más grandes y oscuros. ¿Ves como es la madre?

-Coño, pues las madres de mis amigos no eran así.

-Ya me gustaría que me diera a mí el bocadillo…

-(Susurros) Pues a mí me gustaría meterle la polla entre las tetas…

Estaba realmente nerviosa. Y muy excitada. Era extraño, nunca me había sentido excitada con mi hijo tan cerca, y menos por algo parecido. Pero ahora lo estaba. Y al saber que él, concentrado en la PSP, no se enteraba de lo que decían de su madre, el morbo iba a más.

Con el calor, y los nervios que estaba pasando, la Nocilla derretida me había pringado los dedos. En un movimiento reflejo, empecé a chuparme los dedos para limpiarla, y escuché a los chicos resoplar. Les excitaba ver como me chupaba los dedos con chocolate. Lógico. Algo en mi interior me empujó a hacerlo un poco más despacio, dándoles el gusto.

-(Susurros) Coño, me estoy poniendo malo.

-Yo le dejaba chupármelo todo.

-(Susurros) ¡Calla, tío, que se me está poniendo dura!

-Ya, ya… Pero imagínate ponerla a chupar…

Con las manos temblorosas por lo que acababan de decir, terminé con el bocadillo. Estaba realmente temblando, de una rara mezcla de nervios y morbo. Y empezaba a notarme humedecer. Sin saber bien qué hacer con las manos, de forma refleja me coloqué bien el bikini. Primero la braguita y luego el sujetador.

-¡Joder, qué tetas tiene la muy zorra!

-Lo va a reventar…

Azorada, solté el bikini. Quizás de forma demasiado brusca. Seguía tratando de disimular. Lo mejor era terminar con la merienda. Y el postre de la merienda era un plátano. Los dobles sentidos venían hechos. Lo saqué y lo pelé, para dárselo a Lucas. A partir del primer trozo no quiso más, y yo no estaba precisamente para convencerlo en ese momento. Me lo comí yo, y eso les dio más material para comentar.

-Mira, mira, mira…

-Joder, no puede ser… Yo también tengo un plátano para que me lo coma.

-(Susurros) Coño, para mí que nos oye y lo hace aposta.

-(Susurros) ¡Qué dices! Hay que ser muy puta para oírnos y seguir ahí.

Con eso me remataron, definitivamente. Me notaba muy mojada, y apenas podía seguir disimulando. Le puse la camiseta a Lucas para marcharnos, y luego me até el pareo.

-Qué pena, se van…

-Lástima, me gustaría verle las tetas…

-(Susurros) ¡Coño, sí! Y a mí, no te jode…

No pude evitarlo. Quería hacerlo. Saqué de la bolsa la parte de arriba del bikini naranja. Siempre llevo bikini de repuesto, y necesitaba urgentemente una excusa. Todavía de rodillas en la toalla, no me lo pensé. Si me lo pensaba, no lo hacía.

Me quité sin prisa el sujetador, y dejé mis tetas al aire para que las pudieran ver. Tenía los pezones muy duros y en punta. Sin prisa, pero sin pausa, me puse la parte de arriba del otro bikini. Fueron sólo unos diez segundos de mis tetas al aire, pero sabía que esos chicos tenían para hacerse pajas toda su vida.

Al hacer aquello, seguramente confirmé sus sospechas de que les escuchaba.

“Hay que ser muy puta para oírnos y seguir ahí”, dijeron.

Pero no pude evitarlo.

ad.ultera@ymail.com

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