Monday, September 21, 2009

VERANO 2009 (4ª parte): vacaciones en familia, del 17 al 19 de agosto

*Amigos de Teresa y Beatriz

Llegó la segunda semana de vacaciones. Mis cuñados (salvo José Luis) se volvieron a su casa, pero llegaron los amigos de Tere y Bea: María y Zoraida, dos amigas encantadoras de mi hijastra pequeña, que iban a dormir en su cuarto, y Jennifer, Malena, Mikel y Fernando, cuatro amigos de la mayor que se acomodaron en las habitaciones de los cuñados que acababan de irse, las chicas compartiendo una y los dos chicos en las otras dos, como marqueses. Jennifer y Malena son las dos amigas inseparables de la mayor. No creo que tenga muchas más amigas: yo también sé lo que es pasar la juventud siendo atractiva y perdiendo amistades.

A Mikel ya le conocía de haberlo visto alguna vez por casa. Un chico con cara de inteligente, muy amigo de Bea, quizás sea su chico. Al otro chico, Fernando, el hermano de Malena, era al único que no conocía. Se notaba que era algo más joven que los otros, por su actitud, más callado y tímido. En el momento que llegaron yo estaba tomando el sol con mi bikini amarillo. Los dos chicos me miraron bastante. Mikel nunca me había visto en bikini, y me hizo el reconocimiento completo, y Fernando era la primera vez que me veía. Sé que les causé impacto, porque luego sus amigas se metieron con ellos al respecto cuando pensaban que yo no les oía. Con ellos hubo pocos roces, porque se pasaron todos los días fuera de casa, y yo también, ejerciendo de madre. Pero era indudable que, aunque se mantenían a cierta distancia, les gustaba cada vez que me encontraban por la casa en bikini.

*Café

A Juanjo le encanta aparentar, sobre todo cuando trata con gente relacionada con su trabajo. Desde que restauramos la casona, siempre invita a amigos o socios del sector, para presumir de su casa y su status, porque muchos de ellos veranean en esa misma zona. Este año reservó una tarde para traer a unos nuevos socios a tomar café al jardín, de forma más íntima.

Yo ya llevaba muchos días con el morbo cotidiano, los roces de mis cuñados, las miradas de mi suegro y las indirectas de José Luis. Con todo ello, viendo que mi marido lo consideraba normal, me apetecía dar un paso más, ver hasta dónde llegaba en su gusto por exhibirme. Sus colegas eran perfectos, él nunca querría quedar mal delante de ellos.

La casona estaba vacía, porque Juanjo había pedido a todos que salieran a pasear para que no estuvieran en casa al llegar sus invitados. Todo por aparentar. Yo esperé en la cocina, como siempre, de manera que mi marido no pudo saber que yo me había cambiado de ropa, para ponerme mi diminuto bikini negro de tanga. No  lo supo hasta que me vio salir a servirles el café a los cinco en la mesita del jardín. Y con ellos presentes, yo sabía que no diría nada.

Allí estaba yo, en tanga delante de amigos de mi marido. Con minitanga y sirviéndoles el café en una mesita baja. Al agacharme, más de una vez llegué a temer que los pechos se salieran del pequeño bikini. Cuando me incorporaba notaba que el que estaba detrás de mí en cada momento siempre tenía los ojos desorbitados de haber estado perdiéndose en mis nalgas desnudas. Porque, realmente, con un tanga las nalgas están totalmente desnudas.

-Esta es mi mujer, Julia – me presentó mi marido, titubeando un poco, pero disimulando.

Se incorporaron para saludarme adecuadamente. Alguno de ellos, con problemas, porque bajo sus pantalones de verano se sospechaba cierta actividad. Fui dando dos besos a cada uno, contoneándome sin rubor, excitadísima por la situación, leyendo en su mirada una frase muy nítida: “Joder con la mujer de Juanjo”. Eso decían los ojos de cada uno de ellos. Y yo encantada. Terminé la ronda de saludos, y me despedí, quedando a su servicio:

-Si necesitáis alguna otra cosa, estaré dentro – dije, antes de irme, meneando mis nalgas.

Hice tres visitas más, para llevarles pastas, unos canapés, y más café. Cada vez mi marido se ponía más azulado. Pero luego, cuando ellos se fueron, no me dijo absolutamente nada. Y eso a pesar de que, por segunda vez en mi vida, se había puesto celoso.

Y ambas veces con el mismo bikini como culpable principal. Todo un éxito estadístico.

ad.ultera@ymail.com

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